Tantas veces hablamos de la felicidad, tantas veces intentamos definirla, explicarla, encasillarla en palabras y nunca lo logramos.
Y no lo logramos porque es absolutamente imposible, ¿cómo explicar la magnificencia que nos embarga cuando el ser amado nos acaricia?, ¿cómo definir esa sensación que nos produce un simple mimo?, ¿como transmitir lo fácil que es hacer todo cuando se hace de a dos?...
No se puede, no existen palabras que definan lo que es sencillamente sublime, todo lo que podemos llegar a decir es que somos felices, aunque con esto nadie llegue ni siquiera a imaginar lo que estamos viviendo, y lo que seguro debemos hacer es agradecer, siempre debemos ser agradecidos...
Por eso...cuando se tiene la gracia de tener ese ser, ese maravilloso complemento, se le debe decir gracias, gracias por el tierno despertar que me regalas cada mañana, gracias por el cálido abrazo con que cada noche me acompañas en el reparador descanso, gracias por las maravillosas cenas, por las risas cotidianas y por los incontables instantes de cosas sencillas compartidas cada día.
Gracias por acompañarme en el camino, por convertirte en mi faro, en la estrella que me guía y en el sol, que con su calidez alienta mi alma.
Sé muy bien que nada es eterno, pero también sé que esto no es improvisado, sino que por el contrario es el resultado de muchos años de encuentros y desencuentros, de aprendizajes compartidos, de crecer...y nada que hayamos hecho con tanta dedicación, empeño y cariño puede ser efímero...así que amor, seguirás haciendo por mucho, mucho tiempo... mis amaneceres cálidos, mis días felices y mis noches un remanso de ternura y pasión entre tus brazos...

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